El rol del estudiante del siglo XXI es más activo por ser el centro del acto educativo. Este rol hace que el estudiante clasifique, analice, cree, infiera, abstraiga, construya hipótesis y plantee estrategias para verificarlas, comparte sus experiencias, aprende de sus errores y reconceptualiza, aplica los conceptos aprendidos, trabaja en equipo y de forma colaborativa, filtra información de fuentes primarias y da créditos sobre los autores de esta información. En su autonomía, el estudiante es capaz de participar en procesos de autoevaluación y coevaluación de forma objetiva y crítica.
Además, el estudiante del siglo XXI debe creer que puede cambiar la sociedad. Que puede cambiar su vida y la de la comunidad. Freire (2004) nos invita a desnaturalizar que el estudiante sólo necesita adiestramiento técnico para sobrevivir en la sociedad y nos invita a romper con la ideología que el nuevo ciudadano nada puede hacer para cambiar sus condiciones.
Referencias.
FREIRE, P. (2004). Pedagogía de autonomía:
saberes necesarios para la práctica educativa. Sao Paulo: paz eterra.SA
Imagen en elconfidencial.com
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